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La aflatoxina es una sustancia cancerígena y tóxica producida por el moho, que puede infectar los alimentos cuando se almacenan en condiciones insalubres.
Los hongos microscópicos que producen aflatoxinas crecen en cultivos de avellano, trigo, maíz, frijol, arroz y es un problema, especialmente en países subdesarrollados y en vías de desarrollo.
También puede ocurrir en productos de origen animal (queso fermentado, carne, huevos) debido a que los animales son alimentados con forrajes contaminados. En definitiva, es una micotoxina natural producida por dos tipos de moho: Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus.
Aspergillus flavus es común y está muy extendido en la naturaleza y se encuentra con mayor frecuencia cuando ciertos granos se cultivan en condiciones difíciles, como la sequía.
El moho se presenta en el suelo por la descomposición de la vegetación, el heno y el grano que se encuentra en proceso de deterioro microbiológico e invade todo tipo de sustratos orgánicos siempre que las condiciones sean favorables para su crecimiento.
Las condiciones favorables incluyen alta humedad (por encima del 7%) y alta temperatura. Esta toxina puede provocar cáncer de hígado porque el hígado es el primer lugar donde se acumulan la mayoría de las toxinas.
Las aflatoxinas son solubles en una variedad de solventes orgánicos, que incluyen:
- éter dietílico;
- éter de petróleo;
- hexano;
- acetona (un líquido incoloro, volátil e inflamable de fórmula (CH3)2CO);
- metanol (un químico que se produce principalmente industrialmente por hidrogenación de monóxido de carbono);
- etanol;
- cloroformo (un líquido denso e incoloro que se produce a gran escala como precursor del PTFE; tiene la fórmula química – CHCl₃).
Los efectos de esta sustancia tóxica se descubrieron por primera vez en Inglaterra en 1960 cuando miles de pavos murieron en unos pocos meses. En humanos, los investigadores descubrieron que una vez que una persona consume carne infectada, la sustancia tóxica puede transmitirse.
Hay tres tipos principales:
Tipo B: Este grupo incluye aflatoxina B1 (la más común, tóxica y cancerígena de todas las aflatoxinas) y B2.
Tipo G: Incluye aflatoxinas G1 y G2.
Tipo M: Incluye aflatoxina M1 y M2. Estos son productos metabólicos que se encuentran en la orina y la leche de animales que fueron alimentados con forrajes contaminados con aflatoxinas.
Impacto en la salud de la aflatoxina
Las personas están expuestas a las aflatoxinas al comer alimentos contaminados. Desafortunadamente, tal exposición es difícil de evitar porque el crecimiento de hongos en los alimentos no se puede prevenir fácilmente. Incluso si el suministro de alimentos muy contaminados no está permitido en los países desarrollados, la preocupación se refiere a los posibles efectos secundarios resultantes de la exposición a largo plazo a niveles bajos de aflatoxinas.
El síndrome incluye vómitos, dolor abdominal, edema pulmonar, convulsiones y coma, muerte por edema cerebral.
El término médico para el envenenamiento por aflatoxinas es aflatoxicosis. Esto ocurre después del consumo de alimentos que están contaminados con micotoxinas aflatoxinas. Esta condición no es contagiosa y no hay medicamentos que puedan ayudar. El órgano más afectado es el hígado.
La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) permite las aflatoxinas, en niveles bajos, en nueces, semillas y legumbres porque se consideran “contaminantes inevitables”. La FDA cree que el consumo ocasional de pequeñas cantidades de aflatoxinas representa un riesgo bajo durante la vida y no es práctico intentar una eliminación completa de las aflatoxinas en los alimentos para hacerlos más seguros.
Para reducir los riesgos , la FDA prueba los alimentos que pueden contener aflatoxinas. Los cacahuetes y la mantequilla de cacahuete son algunos de los productos más rigurosamente probados por la FDA porque con frecuencia contienen aflatoxinas.
Las aflatoxinas son tóxicas para los humanos y aún más tóxicas para los animales. Los investigadores encontraron que la dosis letal para los animales está entre 0,5 y 10 mg/kg de peso corporal del animal. En cuanto a los alimentos que ayudan a reducir dicha toxicidad, se considera que vegetales como la zanahoria y el apio pueden reducir los efectos cancerígenos provocados por las aflatoxinas.
Cómo reducir la ingesta
¡No almacene nueces y granos, especialmente maíz, avellanas y semillas de algodón, por largos períodos de tiempo (varios meses) antes de consumirlos!
Tirar alimentos que muestran signos de moho. La eliminación de la parte que contiene moho no es suficiente.
¡Recordar!
Una vez infectado el alimento, no se puede eliminar mediante el proceso de ebullición y el cuerpo humano no es capaz de eliminarlo.
Puede ser cancerígeno en determinadas circunstancias y supone un riesgo especialmente para las mujeres embarazadas.
En Europa, el límite máximo permisible de aflatoxina es de 0,05 partes/millón/litro, en comparación con el límite máximo en los Estados Unidos de 0,5 partes/millón/litro.